¿Pobres y deprabados?
Hay una serie de crisis que deberían facilitar la adopción de actitudes más virtuosas y responsables, más a favor de la familia, el orden y el alejamiento de ciertas veleidades de la vida.
Pero esas reacciones no siempre se han producido. Dos ejemplos:
Epidemia del Sida nos lanzaba un mensaje clarísimo: “La homosexualidad, pero también en vagabundeo sexual son prácticas que llevan a la muerte”. La respuesta social más generalizada, propuesta por casi todos los gobiernos ha sido: “no te prives de nada, pero usa el preservativo”. Terrible respuesta que garantiza enfermedad física y espiritual. De ahí se deriva, por ejemplo en España, que cada año crece el índice de infidelidad matrimonial con el consiguiente daño irreparable en los hijos.
Crisis económicas. Parecía que esta crisis económica ajustaría a la baja nuestros hábitos más mundanos. En concreto, se especulaba en una rápida disminución de los divorcios. No parece que se esté produciendo a juzgar por los datos que publica el instituto de política familia.
En los últimos días del Imperio Romano, cuando Roma estaba asediada por los bárbaros, el ambiente de la capital era de fiesta de fin de semana, con el circo en plena ebullición. Tenían miedo: no.. Fueron capaces de defenderse: no. Era el final de un imperio.
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