Alma sacerdotal
Del Padre Kentenich.
El 14-IX-39 la Gestapo fue a buscarle a Schoestatt. El Padre Kentenich les explica que si le llevan preso se sabrá inmediatamente en toda Alemania porque al día siguiente llegarían a Schoestatt de cien a ciento cincuenta sacerdotes de todo el país y volaría la noticia. Le dejan predicar el retiro, en el que no dice palabra de lo que sucede. El sábado día 20 parte solo a Coblenza. No acepta que nadie le acompañe. Sabe que va a la cárcel y se lleva la sotana y los zapatos más viejos que tiene.
Lo encerraron en un sótano oscuro. Se oían gritos continuos. El 80% o el 90% de los prisioneros se volvían locos a los 3 días de estar allí a oscuras. El ambiente era espantoso. Gritaban, lloraban. Entre ellos había varios sacerdotes. Una de las cosas que más le impresionó es que también ellos se derrumbaran, cuando tenían que ser otros Cristos.
Se dedicó a rezar en voz alta y a cantar fuerte para transmitir energías. Salió agradecido por estos tres días de descanso. Quienes lo vieron comentan que salió como si nada.
Alma sacerdotal
Trescientos chicos y chicas entregaron al Santo Padre un pergamino de un kilómetro de extensión con 1 millón de firmas recogidas entre jóvenes para promover el “Mundial de los jóvenes”, una reunión que se celebró ese año en 30 ciudades italianas.
El Papa se conmovió y les dijo:
“Sed signos creíbles de la ternura de Dios en este mundo que se acerca al III Milenio. Contagiad vuestro entusiasmo a quienes son víctimas de la peligrosa cultura de la violencia o viven la juventud de manera banal o en la desesperación.
Alma sacerdotal
Copio del boletín editado con motivo del Día del Domund una serie de testimonios que hablan de ese alma sacerdotal propia de todos los bautizados.
“Un misionero le teme a las cosas, a personas y a las situaciones, porque no deja de ser humano y el miedo es muy humano. El mismo Jesucristo lo tuvo.
Ahora que regreso a Sudáfrica soy consciente de que posiblemente viva situaciones de violencia o criminalidad. Y tengo miedo, aunque, también, una gran confianza en Dios que me ayudará a cumplir la tarea de predicar el Evangelio”.
José Manuel Román Muñoz
Misionero comboniano en Zambia
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“Ser misionero en tierras extranjeras implica muchas cosas, como dejar nuestra familia, nuestros amigos y nuestra patria por el Evangelio. Cuando nos ponemos en camino no sabemos dónde vamos a parar. Como misionero me preguntaba si la gente me recibiría bien, si sería capaz de aprender la lengua del lugar donde sería enviado, si tendría alguna enfermedad rara… Ahora no cambiaría por nada del mundo la bendición de haber venido a Egipto para un trabajo de misionero en el mundo musulmán.
Cuando queremos y estamos dispuestos a entregarnos a los demás, se pueden vencer todos los obstáculos y dificultades. Jesús dijo en el Evangelio: Ven y sígueme… anuncia a todas las naciones la Buena Noticia… Es esperanzador llevar a Dios en la propia vida, incluso sacrificarla. Joven, no tengas miedo a decirle sí al Señor. Si te llama, te pondrá los medios para vivir tu vocación y entrega.
Juan Martín Rodríguez
Misionero comboniano en Egipto.
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“Lo más duro es darte cuenta de que al final sigues siendo diferente a ellos… Luchas por ellos, por ser como ellos, por compartir todo, por entregarlo todo, por aprender su cultura, por tantas cosas que, al final, lo más duro es darte cuenta de que sigues siendo diferente a ellos, que cuando las cosas llegan al límite de los límites siempre hay alguien esperándote al otro lado de la frontera para cobijarte, mientras que esa gente, a la que inevitablemente amas, queda allí, a expensas de la violencia.
Luis Pérez, José Mª Caballero y José Ángel Aguirre, misioneros javerianos en Sierra Leona.
Alma sacerdotal
Juan Pablo II, discurso al cuerpo diplomático el 10-I-00
“Tras 21 años de pontificado me siento como revestido de una paternidad universal que abarca a todos los hombres y mujeres de este tiempo. Por eso quisiera haceros una confidencia: pienso que los hombres podemos sacar lecciones del pasado. Sí, pido a todos, en nombre de Dios, preservar a la Humanidad de nuevas guerras, respetar la vida humana y la familia, colmar el abismo entre pobres y ricos, comprender que todos somos responsables de todos. Dios no pide nada por encima de nuestras fuerzas.”
Alma sacerdotal
El 11 de septiembre ha cambiado a Giuliani, alcalde de NY.
—Me he olvidado de riñas, de mezquindades políticas. No es que sea ambicioso. Quiero hacer las cosas correctamente. Es difícil afrontar la muerte: la propia, la de alguien cercano o la de miles de personas. Ante esto puedes arrugarte o bien continuar (algunos temas, como el proceso judicial para el divorcio de su segunda mujer unido a un cáncer de próstata, que le tenían agobiado, quedan ahora relegados)
¿Estaba asustado el 11-S?
—No me di cuenta del peligro: estaba demasiado ocupado.
(…) Más tarde vi a mi amigo el sacerdote Mychal Judge caminando directamente hacia el fuego. Corrí, le cogí la mano y le dije: Padre, rece por nosotros. Siempre lo hago, me contestó. No he vuelto a verle (primera víctima oficial del hundimiento).
El Padre Judge era mi apoyo. Me enviaba notas escritas a mano para ayudarme en los problemas. Nos sentábamos horas enteras juntos en los hospitales donde había bomberos heridos. Lo hecho particularme de menos.
De Aceprensa
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