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Me opongo y denuncio al asesinismo rojo

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Generando un clímax

Desde que se anunció la próxima abdicación de Su Majestad el Rey Juan Carlos I ha habido toda suerte de comentarios y reacciones oportunistas por parte de una izquierda que ha cosechado rotundos fracasos electorales en los últimos tiempos, que pretende reeditarse y relanzarse en otras abdicaciones paralelas. (Véase Rubalcaba como ejemplo.)

Algunas manipulaciones son tan ridículas como la del aldeano periódico «veinte minutos», quien nos anuncia en enorme titular de portada y un día más tarde de que España entera conociese el suceso: «el Rey <<claudica>>» [Sic.] «Claudica» y no «abdica». En este caso tenemos una táctica recurrente de las izquierdas, consistente en cultivar en modo expreso el error y la ignorancia para valerse del resultado. Mientras que abdicar consiste en la renuncia o cesión de la soberanía, la claudicación se produce cuando se termina por ceder a una presión o tentación, tras su oposición a la misma. Sutil «nuncdimittismo» * con que se apuntan un tanto quienes pretenden la victoria de lo que definen como democracia y constituye todo lo contrario a este sistema. Siguiendo sus reglas periodísticas, puedo afirmar que 20 minutos es un medio malformativo , que no informativo.

Por regla general, están cosechando la siembra de las especies que vertieron sobre la cacería de elefantes y el escándalo del caso Noos, en donde la opinión se ha saltado la presunción de inocencia que rige al Estado de Derecho y hace prevalecer la sospecha sobre la sentencia, el parentesco sobre la autoría del delito. Aun así, ¿Por qué alzarse ahora en contra de la Monarquía? Por mero oportunismo, es evidente. Planteado con todos mis respetos: Si resulta un Régimen improcedente, sobra el Rey, no el Rey Juan Carlos I o el Rey Felipe VI. ¿Por qué hasta ahora no sobraba?. Si es conveniente tener un Rey, podría cuestionarse su legitimidad al Trono, pero no esta conveniencia por el accidente de que hay una Sucesión. Quede claro que no entro en esta polémica sobre Austrias y Borbones (Y quizá otras Casa que ni conozco), que no soy afecto monárquico, pero que tampoco soy contrario al Reino. Intento elucidar la cuestión y exponer su trasfondo.

Mantras a manta

Del mantra de que «Su Majestad el Rey es garante de la Democracia» pretenden pasar al contrario, que «queremos democracia en España». No, la democracia no la trajo Suárez, aunque la consolidara – Dicho sea con todos mis respetos al difunto y especial afectación por la enfermedad de Alzheimer que padecía- Vino encarrilada por la Corona, que puede decirse que llegó de las manos del anterior Jefe de Estado, el Generalísimo Franco. Esto es historia, esto es realidad. Pero hay otra realidad que no puede pasarnos por alto: Democracia, lo que se dice democracia, es un sistema de decisión basado en la emisión reglada de votos previamente autorizados, ni más ni menos. Podrá atribuirse a este medio de decisión todo tipo de virtudes o defectos; pero miente quien pretenda ir más allá, afirmando que no hay más democracia válida que la que quiere imponer, que la mera existencia de este modo implica el derecho a que todo lo existente sea sometido al mismo, o el contrario de que sólo se refrende a quien va a gobernar, invalidando cualquier autoridad existente, sea cual sea su origen.

Porque la legitimidad radica en la naturaleza de las cosas, no en el medio en que se decide si son válidas o deben eliminarse. Quien piense que el sufragio puede validar un crimen está anteponiendo la voluntad a la justicia y tomándola como bien supremo, como principio que ordena la legalidad. Esto, (y nada más que esto) es lo que buscan quienes vienen ahora exigiendo «democracia» [O «democracia REAL» para mayor guasa] tras casi cincuenta años de alegar que sus pretensiones son las únicas legítimas «porque en España hay democracia».

Guillotina, democracia y república

guillotina Valencia

 

No estoy llevando nada al extremo ni a la parodia, sino al lado doloroso de la verdad. Esa verdad que constituye en la erección de una guillotina en una plaza de Valencia, de la edición por parte de ERC de las conocidas (y lamentables, delictivas y punibles) pegatinas de «mori el Borbó», de los lacerantes mensajes de twitter y faceboock en burla o justificación política del asesinato de Isabel Carrasco a punta de pistola.

Como base, el mito de la bandera tricolor, de la «soldada macha» republicana con el fusil al hombro. El terror robesperiano. Como cima, los mismos que afirman que la patria es un mito para engañar al trabajador, un pasado en leyenda negra y otro de más negra realidad sobre quema de iglesias y martirio de todo aquél que se opusiera a su régimen. Como contrapunto, el espantajo en que han convertido  a Francisco Franco al hacerle depositario de todos los desmanes que se les ocurren, de la culpa de todo lo indeseable que suceda en España y la prohibición de que sea considerado con un mínimo respeto o al menos, como humano.

Pasamos de la soga al cuello con que cuelgan la etiqueta de «franquista» a todo lo que les pueda suponer un obstáculo, a la cuchilla de acero. Porque sólo decapitando al rey se va a conseguir que «el Pueblo» viva dignamente. Para conseguir esta vida (¿Qué duda cabe?) Todo el que se oponga a este asesinismo, a la cola; que la hoja afilada suba y baje constantemente.

Miren ustedes: Si tengo que ser «franquista», «monárquico» o «fascista» por oponerme a este atropello, ¡Viva Franco, viva el Rey! Y ¡Viva lo que se diga para quedar como fascista, menos la ETA que sí lo es!.

Con una frase no se gana a un pueblo

Porque no pueden seguir fundamentando todo en la conjetura de que el «Pueblo» es quien lo decide, tomando como «Pueblo» a sus afines -que no todos los españoles- y como decisión de todos, las que ellos tomen.

Es un verdadero resquicio de la democracia el que tenga que estar sujeta a normas exhaustivas que la regulan para evitar que se convierta en un medio de opresión. Pero este efecto deviene de su naturaleza humana y de derecho, de justicia y decisión; circunstancia que comparte tanto con lo legítimo como con lo ilegítimo. Es resquicio en lo ejecutivo, pero no la menoscaba cuando se sujeta a las necesarias consideraciones éticas. La  respalda.

Votar la supresión de la Corona a la sombra de la guillotina o del fusil, bajo la amenaza, sería democrático. Pero sería opresor, injusto y abusivo. Ésta es la democracia que quieren imponernos quienes levantan ahora el puño para decir que aún no nos ha llegado. Y la decisión de que la vuelta del terror nos traiga una era en que se cumplan intentos nada definidos no es otra que la de los «assassins», facción musulmana seguidora del líder Abdul Àssas de donde proviene el término «asesino» y que se caracterizaba por sus matanzas indiscriminadas para obtener una victoria que era más suya que de Alá.

El asesinismo es un sueño inducido

Una pesadilla. En un contexto reinventado, se descartan subjetivamente unos aspectos y se sobredimensionan otros como germen para una posterior radicalización. Tuvimos este fermento en una hábil exposición gradual a que nos sometieron las izquierdas con sucesivas campañas como el «no a la guerra»(De Irak, la da Afganistán sí, por supuesto.), la reacción frente al atentado del 11-M u otras tantas añagazas oportunistas en que supieron generar un populismo aparente los mismos que acallaban las manifestaciones más numerosas de la historia de España.

Tras este cultivo y en esta criba, se nos sometió a la opereta de los «indignados», en donde se recogieron sólo las propuestas que interesaban, desoyendo y callando el resto que pudieran emitirse en las plazas de Sol y Cataluña. Se generaron también planteles específicos, como los «escraches» a políticos -ya con su violencia y su terror, para conseguir la exposición gradual-, el «Gamonal», «Stop desahucios»…

Porque se quiere prometer un cambio radical, para el que es forzoso el radicalismo, para el que es forzosa la fuerza. La estrategia es llevar a una espiral de rupturas con lo establecido y compromisos con quienes ahora  establecen, en pos de una geometría de promesas y presunciones que no tiene otra base que el anhelo de poder. Lamentablemente, funciona.

Es el único que tiene una izquierda derrotada por las circunstancias. Pero sobre todo, por su propio fracaso e ineptitud.

¿Será mejor la república que vendrá o la que ahora nos gobierna?

Nos proponen ahora una república, acallando cómicamente la circunstancia de que no vivimos otra cosa desde lo que llaman «la Transición» y una «nueva Transición» a lo que (como la otra) no es más que un cambio brusco. ¿Por qué  no le llaman «revolución», si es verdaderamente lo que sueñan?. En esto consiste lo que nos dicen, y en otros países usan esta palabra fetiche constantemente, cuando se limitan a promover algún altercado simple con que mantener en el cargo a quien gobierna.

Según ellos, se puede matar a un rey por el mero hecho de serlo, para conseguir «lo más justo», o por simple triunfo del «Pueblo» ya descrito. También se podía quemar la Conferencia Episcopal y «la única Iglesia que ilumina es la que arde». Profundizando algo más, resulta que Bildu-ETA no debe sufrir el «agravio» de verse forzados a condenar los actos terroristas, los muertos y la coacción.

No todo queda en palabras, como demuestran la bomba del Pilar o los numerosos intentos de quema de iglesias (Algunas veces con personas dentro). Señores: Están jugando con fuego.

Como con fuego juega el CUP, alentando a los okupas del «GamoSants» que queman la excavadora que derribaba legalmente un edificio usurpado, o la furgoneta de TV3.

Cada vez está más justificada la violencia, teniendo como único requisito que sea útil a unos y obstáculo o molestia para otros. Pero ¿Cómo no se iba a terminar así (o peor), tras establecer que existe el derecho a matar que suponen el aborto y la eutanasia?.

Por Luna.

 

 

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junio 4, 2014 at 3:44 pm

Porqué han de vivir los médicos abortistas

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antonio_oriente

Soy ginecólogo y hasta hace pocos años mataba a los hijos de los demás con mis propias manos

 

 

Con esta sinceridad, reconociendo su pasado con valor. Así se da a conocer el Dr. Antonio  Oriente.

Es muy frecuente la lamentación de que sus madres no abortaran a los que actualmente practican abortos, como argumento que algunos toman por definitivo, sin dejar de asimilarse mucho a un canto que oí a un colectivo feminista: «Qué calamidad que la madre de Franco no pudiera abortar» [Con perdón.]

Parece el lamentable sentido de la justicia asimilado a la igualdad, pero en el fondo, no es posible llegar a entenderlo de esta manera, porque cada persona es irrepetible y esto motiva que cada una reaccionará de manera diferente a las circunstancias de su vida, seguirá o no a su conciencia, podrá abnegarse u ocuparse exclusivamente en el lucro personal, pese al coste de otras vidas. No tenemos potestad para determinar cómo será cada cual ni para diseñar su vida por completo. Olvidan quienes lamentan el nacimiento de los abortistas la libertad humana, gran misterio que nos otorga la dignidad en gran medida y en otra (mayor o menor), el valor mismo de humanidad.

Libertad de Mariano, libertad de verdad, no pretexto para caprichos o conductas inmorales. Nunca una evasión de los dictados de la conciencia. Deploramos de los abortistas que a menudo quieran jugar a ser dioses con sus decisiones y sus creencias (En sí mismos, sobre todas las cosas), pero olvidamos que no otorgando la libertad a nadie -puesto que es innata-, tampoco podemos otorgar a nadie el uso que de ella hará, por lo que nos sorprendemos a veces con noticias como esta.

¿Sabéis dónde anda ahora el Dr. Oriente? Es fundador y vicepresidente de la fundación Italia, de obstetras y ginecólogos católicos. Porque Dios lo quiso y él lo aceptó. Tuvo que llorar mucho en su trabajo para llegar a esto, no creáis que todo fue fácil. Cuando se está ganando un dineral por unas intervenciones que son de lo menos difícil y complicado que puede tener la cirugía, cuando uno cree que está ayudando al prójimo con estas operaciones, es difícil dar el paso valiente, el salto que tuvo que dar. Menos aún cuando a la vez que se practican abortos, se asiste a los partos, como él también hacía. Y es que todo le quedaba demasiado justificado, «compensado».

Ya he dicho que Dios lo quiso y él también. Porque quería a su mujer, quien no podía tener hijos y lo lamentaba profundamente. Así le enseñó el Creador el valor de la vida, que no apreciaba. Así nos lo cuenta: «Mi mujer ha sido siempre una mujer de Dios. Sólo gracias a ella y a su oración cambió algo. Para ella no tener hijos era un sufrimiento inmenso, enorme. Todas las noches que volvía a casa la encontraba triste y deprimida. No podía más. Después de años de calvario, una noche cualquiera no tenía el valor de volver a casa. Desesperado, apoyé la cabeza en mi escritorio y comencé a llorar como un niño».

La vida es muy complicada en unas ocasiones y tremendamente sencilla en otras, llego a la conclusión de que se hace verdaderamente sencilla cuando se acepta que es la vida, sin más.  Al ver las luces de su despacho encendidas, un matrimonio de clientes suyos quiso ver si le había pasado algo, porque era ya muy tarde. Habitualmente, el doctor era frío con sus pacientes y hablaba sólo de circunstancias médicas, nunca les abría el corazón. Pero en aquella ocasión sí lo hizo, les contó el motivo de su llanto. Respondieron como supieron: «Doctor, no podemos solventarle este problema, pero sí podemos presentarle a alguien que puede hacerlo, Jesucristo». Le invitaron a unas convivencias que rechazó con cualquier excusa.

Pasó un tiempo terrible, de desazón y de incertidumbre, junto a la depresión de su mujer y sin ánimos de volver a casa después del trabajo. Quizá esperaba alguna respuesta. Quisiera que no se sintiera desheredado por este motivo de la esterilidad de su mujer, es una amargura demasiado grande.

Como tantas otras noches, volvía una de ellas muy tarde, sin ganas de llegar a una cama triste, de no saber qué decir ni qué hacer. Al pasar cerca de una casa, oyó unos cánticos y le dio por entrar, con este impulso que nos lleva a los pequeños actos que cambian nuestras vidas y no podemos explicar. Encontró allí a la pareja que le había ofrecido las convivencias tiempo atrás. Y encontró también una respuesta, cuando se preguntó: ¿Cómo puedo pedir un hijo al Señor, cuando yo mismo mato a los hijos de los demás»?. Así lo reconoce, de frente y sin ambages. Se ve en este declaración que hasta el momento, le había faltado la necesaria «sinceridad consigo mismo». Por esto le faltaba la libertad que Mariano evoca. Por esto no veía ningún contrasentido. Por esto, su vida no tenía sentido.

Me parece imposible que en un momento así, en que se unen la honestidad y la verdad no aparezca el amor, por lo que digo que así fue. Hubo de sentir Antonio Oriente esta pasión cuando hizo un propósito formal. Tomó papel y lápiz y escribió un «testamento espiritual» en que se encuentra esta intención decisiva: «Nunca más muerte, hasta la muerte». No sé si lo depositó ante notario, pero se lo entregó a un «Amigo», con el encargo de que vigilara siempre que su proceder se mostrase coherente con lo expresado en aquél folio lleno de vida, de su vida y de vidas ajenas.

Aparecen los problemas derivados de su negativa a abortar. Sus colegas le presionan, pierde el «prestigio», puede caer en la nada profesional o ser ninguneado. Quisiera el premio que quizá el mismo doctor desearía en aquél momento. Demasiadas pruebas de embarazo negativas, demasiadas decepciones para él, que está trayendo niños al mundo. Mucho más que demasiadas para su mujer, que además es pediatra. Yo lo quiero y agradezco a Dios que también lo quisiera.

Trabajo le costó aquella prueba, ya que su mujer temía un nuevo resultado negativo, pero había estado vomitando y «podría ser»… Probablemente, las sospechas del ginecólogo fueran mucho más profundas, por lo que le convenció para mirarlo mejor. Supieron entonces que esperaban una criatura.

Hoy tienen dos hijos, ya adolescentes. Han sabido esperarlos, han sabido quererlos y los ven como una bendición, no como un premio. Mira a sus colegas de antaño de reojo, ¡Cómo se empeñan en ser ricos!. Él gana mucho menos dinero, no se le tiene como a un gran profesional, pero se considera mucho más rico. Tiene a sus hijos, tiene su amor y el amor de Dios. Ve también que nunca le ha faltado el amor de su mujer y que él tiene el mismo sentimiento hacia ella de siempre.

Por Iñigo Ruiz

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mayo 22, 2013 at 2:09 pm

¡Libertad la libertad!

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En esta ocasión contamos con esta excelente entrada, colaboración de Mariano. Es un privilegio para nosotros poder publicar consideraciones tan completas y bien expresadas sobre una de las palabras menos conocidas de nuestro idioma : Libertad. ¿Por qué no decirlo? Es también privilegio para el lector.

Mariano es editor y administrador del blog «Soy cura y hablo de Jesucristo», en donde podemos descubrir facetas de religio0sidad que nos sorprenderán.

Así publicaba yo en otro lugar una cita:

“Libertad es hacer lo que debes porque quieres” (La mejor definición de la libertad que he conocido en mi vida)

“No debemos confundir la libertad con el gusto o con el capricho. La libertad es un tesoro maravilloso que Dios nos entrega y nos sirve para ganar el Cielo o, si nos empeñamos, para merecer el Infierno.

“[…] Si te has comprometido a jugar un partido de fútbol […], no debes echarte atrás […] porque no tienes ganas.

“Dices tú: “Yo soy libre de ir o no ir; a mí, nadie me obliga”. Y tienes razón. Efectivamente, eres libre de ser cumplidor y leal con tus amigos, o de ser un hombre sin palabra. Tú eliges. Eres libre de tener una voluntad fuerte, que consigue lo que se propone, o de ser un candidato a flojo y comodón […].

“Tienes razón […] en decir que “a mí, nadie me obliga”, porque te obligas tú mismo […]. De modo que la libertad es hacer lo que debes hacer, porque tú quieres.”

Antonio Ducay Vela, Voluntad fuerte, Madrid: Mundo Cristiano (Col. Juvenil –de folletos-,33), 1981, pp. 9-10

Sigo pensando que no conozco una definición mejor de la libertad. Un buen amigo me ha inspirado unas reflexiones, y le respondí que estaba de acuerdo; pensaba que él, con otras palabras, estaba diciendo lo mismo que yo. Hoy, releyendo más despacio lo que me decía, llego a la conclusión de que estamos bastante en desacuerdo. Ni entendió -¿culpa mía?- lo que yo quise transmitir, ni me parece que tenga una adecuada concepción de cuáles son los puntos de referencia de la libertad.

Entendió, en efecto, que yo (mi cita de Antonio Ducay Vela) defendía el deber como imperativo seco, y parece que entendió “hacer lo que debes porque quieres” en el sentido (kantiano) de: yo reconozco cuál es mi deber, yo afirmo “es mi deber, y por tanto lo haré, sola y justamente por ser mi deber y sin que haya más consideraciones posibles”, luego yo hago eso que debo hacer.

Para él, nuestras decisiones libres han de ir dictadas por el amor, en segundo lugar, si no sabemos lo que queremos, por el deber, y lo peor es que vayan dictadas por la apetencia.

Y, sin embargo, yo creo que nunca jamás ha actuado nadie pura y solamente por deber. El padre que va a trabajar cumple ese deber pensando –por ejemplo- en los hijos que ha de alimentar. La madre que va a recoger al niño al colegio lo hace pensando –por ejemplo- en que cantará una canción con él por el camino. El estudiante que cumple su deber de estudiar piensa –por ejemplo- en su futuro profesional. Mi buen amigo, empleando un ejemplo de Ducay, dice: “Si venzo la pereza para ir a jugar con mis amigos, porque esperaban que fuera, no lo hago por deber, sino porque son mis amigos”. Exactamente: porque son tus amigos, pensando en ellos, quieres cumplir tu deber de ir con ellos.

No entendamos kantiana, secamente el deber. Pero la diferencia entre mi buen amigo y yo está en que él elimina el deber –y lo deja, como último remedio, para cuando no hay amor- y yo le doy un lugar. Y pienso que en esto está el quicio de la diferencia entre su comprensión subjetivista de la libertad y la mía anclada en el ser y no en la voluntad subjetiva. Permítaseme añadir –con esa caridad que consiste en decir la verdad- que, o mucho me equivoco, o mi concepción es la cristiana y la que defiende el magisterio de la Iglesia, y en particular, de una manera profundísima, Juan Pablo II, y de una manera sobrecogedoramente bella, Benedicto XVI.

Mi buen amigo iría a jugar con los amigos porque se lo diría el corazón (“son mis amigos”). ¿Y qué ocurre si el corazón le dice otra cosa? Responder aquí que una de las dos opciones es la más correcta es la respuesta cristiana. Responder que debemos actuar por las “razones del corazón” es la alternativa pagana.

Mi buen amigo dice que se actúa libremente cuando se hace “lo que uno ama, lo que uno quiere (amar)”. Pero es que yo no tengo derecho a amar cualquier cosa; Jack el Destripador amaba rajar tripas y matar; eran sus “razones del corazón”, eran “sus amigos”. Por otro lado, hay quien no ama; y hay quien ama estafar; y hay quien odia; y hay quien ama enriquecerse sobre la base de diez muertosdiarios por su comercio de droga. Si este último se enriquece, ¿es libre? Pues una de dos: o no es libre, o la libertad es mala. Y quiero partir de la base de que la libertad es buena.

Y aquí hemos llegado. O se entiende la libertad de esa manera subjetiva, o bien se entiende anclada en el ser y en el bien, que es lo que yo antes veía reflejado en la palabra deber -aunque es preferible rehuir esa palabra y sus peligros, como los que aquí han quedado de manifiesto-. En el primer caso, se puede llegar a la imagen de la libertad que tiene la cultura hoy dominante, que la entiende como “posibilidad de todas las posibilidades y del contrario de todas ellas” (no me pongo a buscar el autor de la frase). Y ante vuestra vista están los resultados que esa imagen está dando.

En cambio, una libertad anclada en el ser –la que enseña la Iglesia- es una libertad que toma sus normas de algún otro lugar, a saber, la verdad del hombre, expresada en la ley natural, que a su vez se expresa en la Ley de Dios. No es una libertad autónoma. No es una libertad como suprema instancia. Está regulada por el ser, por la verdad de las cosas, que se expresa en la moral. “Se debe recuperar el verdadero sentido de la libertad, que no consiste en la seducción de una autonomía total, sino en la respuesta a la llamada del ser, comenzando por nuestro propio ser” (Benedicto XVI, enc. Caritas in veritate, n.º 70). Es una libertad en la verdad; la verdad es un dato que le es interior a la libertad. “La verdad os hará libres” (Jn 8,32), que era el versículo evangélico preferido por Juan Pablo II.

Mirad. Si no hay un ser, una verdad, en consecuencia un deber; si, en lugar de eso, hay una libertad suprema (“que es mi Dios la libertad”, que decía aquel fantoche de Espronceda, y le corea toda la sociedad actual), y el criterio es lo que el corazón ordene; entonces podrán venir a decirnos que el feto no es un ser humano (no hay ser), o que ese ser humano no es una persona (no hay verdad), o cualquier otro disparate que justificará que abortar será libre; lo cual implica, curiosamente, que está bien que tú abortes y está bien que yo, en el mismo caso, no. Pero dos aseveraciones contradictorias no pueden ser verdad a la vez, como decía antes cualquier maestro de pueblo.

Y este argumento es lo que se llama una reducción al absurdo. Cuando de unas premisas se deducen consecuencias absurdas, necesariamente son falsas las premisas. Luego hay un ser, hay una verdad, hay un deber, el criterio no es el corazón: la libertad tiene otros puntos de referencia. El deber se basa siempre en el ser: no debo abortar, porque es un niño.

Y luego, buen amigo, lo lógico es que una no aborte por amor a ese hijo; pero ésa es una manera, “la” manera, “la excelsa y maravillosa” manera de cumplir con el deber. Porque es “hacer lo que debes porque quieres”.

Y eso es todo, buen amigo; lamento haberme puesto así. Amicus Plato, sed magis amica veritas. Es que con estas cosas no se puede jugar, por la importancia que revisten y por lo revuelto que está el patio en estos nuestros tiempos. Al decir todo esto, creo estar cumpliendo el precioso encargo del historiador Jean Dumont: “¡Libertad la libertad!”

O, si lo preferís –yo lo prefiero-, concluyo con aquellas palabras de San Agustín: “Eres esclavo del Señor y eres libre del Señor. ¡No busques una liberación que te lleve lejos de la casa de tu libertador!”

Por Mariano

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noviembre 7, 2012 at 7:41 pm

Estreno de una gran película sobre Popieluszko

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    al    lado de la Virgen Negra de Czestokowa, donde siempre quiso estar .

Donde estará siempre.          

 

Mártir a los 37 años

Proclamado Siervo de Dios en 2008   

Beatificado en 2010

(Fiesta el 19 de octubre)

En proceso de Canonización como Santo por

la Iglesia Católica     

 

Está ya en preestreno la película «Popieluszko. La libertad está en nosotros»

  

 Conozcamos a Popieluszko y la Polonia en que vivió. Tenemos ya la oportunidad de hacerlo, pues este mes de enero está ya en fase de estreno.

La oportunidad se ha  dedicado a recaudar fondos para AIN (Ayuda a la Iglesia Necesitada), entidad que asiste a los creyentes que sufren por intolerancia religiosa acoso, persecución o martirio. Los espectadores pagarán 10 euros en el preestreno por este motivo, habiendo «Fila 0» para aquéllos que no puedan asistir y deseen colaborar. 

 

FICHA TÉCNICA

Título original: Popieluszko. Wolnosc jest w nas

Versión española: Popieluszko. «La libertad está en nosotros.»
Año de producción:2009
País:
Polonia
Dirección:
Rafal Wieczynski
Intérpretes:
Adam Woronowicz, Marek Frackowiak, Zbigniew Zamachowski, Radoslaw Pazura, Joanna Szczepkowska, Maja Komorowska, Marta Lipinska
Guión:
Rafal Wieczynski
Música:
Pawel Sydor
Fotografía:
Grzegorz Kedzierski
Duración: 180 min.

TRAILER AQUÍ

Síntesis: Reconstrucción realista y sensible -pero sin adornos- de la situación en Polonia durante la Ley marcial de Jaruzelsky y la valiente lucha por la fe y la libertad que encabeza Solidarnosc enfrontándose a la opresión comunista. Al ver que el régimen se tambalea, la represión encarnizada contra los protagonistas de las protestas adquiere formas secretamente estalinistas.  

En este entorno encontramos al sacerdote Jerzy Popieluszko, decidido a mostrar la Verdad del modo más comprometido, sin miedo a las represalias. Con el lenguaje comedido pero directo, sin que el temor le haga callar, incita a sus compatriotas a buscar la libertad y vivir en la fe.

 

CRÍTICA: 

Se trata de una magnífica película que muestra en qué consiste la auténtica libertad, que implica atenencia a la verdad y rechazo de cuanto sea contrario a la dignidad del hombre. Y vemos cómo, cuando un hombre se adhiere incondicionalmente a los grandes valores (nivel 3 de realidad), al mirar hacia lo alto, queda en situación de abrirse a la Trascendencia (nivel 4). Así, en la historia, comprobamos como varios personajes, con una vida personal desordenada, pero comprometidos con la causa de la justicia y la libertad, se acercan al padre Jerzy para que los oiga en confesión.

(Alfredo López Quintás, Dr. en Filosofía y Letras).

 

  Notoria la reseña de Intereconomía 

Quiero hacer notar un matiz que pone en relieve la filosofía de este pensador: El título para la versión española es «Popieluszko. La libertad está EN nosotros», se encuentra el error de traducirlo como «está CON nosotros». Cosiderar esta diferencia es tener una primera toma de contacto y ver desde el principio la capacidad de concreción  y la afinada percepción de la realidad que desvela ante las fábulas que el pueblo polaco está obligado a creer como verdad oficial. El humanismo cristiano, la fe en Jesucristo y la Tradición constituían el contrapunto de los infundios marxistas, por lo que eran verdaderamente temidos por los represores.

 

Cuando «Lolek» (El Papa Juan Pablo II) visita su Polonia natal, congrega a multitudes que  pretextan como pueden su ausentismo laboral o desplazamientos sospechosos para la ubícua policía. Con ocasión del 900 Aniversario de San Estanislao, Patrón de Polonia, Karol Wotjila dedica a su patria unas jornadas, del 2 al 10 de junio de 1979. En este momento, interesa más vivir y sentirse vivo que producir como una pieza más de la engrasada maquinaria comunista, porque la Verdad de la Trascendencia humana se percibe como algo más necesario que el cumplimiento de portulados políticos que nunca fueron aceptados. El Santo que quiere ser cada polaco se une en comunidad con otros cientos de miles en la Plaza de la Victoria de Varsavia. Pascua de Resurrección.

 

Su Santidad dice una brillante homilía que llega al espíritu de cada ciudadano, en donde se registra exactamente lo mismo que él está diciendo. Polonia ha despertado con sus palabras.

«No es posible entender sin Cristo la historia de la nación polaca», recuerda.  

 

No hay documentos gráficos que cubran la noticia con la necesaria amplitud. Los periódicos, la radio y  TV estaban censurados, por lo que no podían dar vistas panorámicas de esta inundación de fervor que en cuerpos y almas anegó la ciudad. Quienes pretendieron sustituir a los medios oficiales contaban con escasos equipos y su «artesanía» no bastaba para aquellos requisitos.

Como la hierba que tras permanecer en letargo bajo gruesas capas de hielo hivernal aflora con alegría a la llegada del deshielo. Así se sentían ellos.

 

Al mundo entero se le ocultaron las consecuencias de este viaje apostólico tan temido por la policía, pero el 20 de agosto de 1980, Juan Pablo II hizo pública la situación de Solidarnosc. Vimos entonces a Lech Walessa amenazado con el despido (y sus consecuencias) si saltaba una verja para seguir una manifestación por la libertad. Y LE VIMOS SALTAR. Toda una estampa, junto con la caída del muro de Berlín. Son las imágenes de la historia que quedarán grabadas para siempre en el recuerdo de quienes las hemos visto, que revivimos con ése emocionado «estoy con vosotros, hermanos».

 

Y TRAS LA VERJA, ESTABA LA LIBERTAD.

 

Primero el nazismo, luego el comunismo. Polonia llevaba demasiados años de sonambulismo obligado, demasiada estrechez para un alma tan grande. No cabía en este marco. A Walessa se unieron un puñado de valientes que desafiaban a la suspicaz policía política y aun a su espionaje, que preciaban la Verdad más que su vida misma. Se iniciaron en la clandestinidad y siguieron en la persecución. En ella estaban cuando se unió a este grupo Jerzy Popieluszko.

 

Siempre veraz, con audacia y ponderación a la vez, este sacerdote dejaba bien claras las cosas en sus homilías. El Magisterio no puede ser allanado por una institución política y él lo sabía. Todo el país escucha sus sermones emitidos por Radio Free Europa. Todo el país siente lo mismo, pese a estar sometido a un brutal (e ilegal) «estado de excepción de Jaruzelsky.»

 

Y LLEGA LA RESPUESTA COMUNISTA

 

El 23 de octubre de 1984 se produce un «accidente» de tráfico que buscaba acabar con la vida de Popieluszko mediante un atropello. Sale con vida de este trance, por lo que es necesario maquinar otra manera de hacerle desaparecer del escenario. Tanta voluntad popular resulta intolerable para el Gobierno. El día 19 del mismo mes y año (No ha pasado todavía una semana), tres policías secuestran al sacerdote, le dan una paliza de miedo y le torturan. Arrojan su cuerpo sin vida al Vístula y es encontrado en la población cercana de Wloclanek a los once días, tiempo en que todos se preguntaban por qué estaba faltando a la radio y los oficios, suponiendo lo peor.

 

A su funeral asistieron más de 250.000 personas, que en lo más profundo, tomaban su relevo. Por esto es libre Europa y Asia de la URSS.

 

Dios concedió a su anciana madre larga vida, para que viera a Jerzy beatificado. Hacía pocos días que había cumplido cien años.

 

El compositor Andrzej Panufnik concibió un concierto de fagot en su honor.

Por Iñigo Ruiz

 

 

 

 

 

 

Written by barcelonavida

enero 30, 2012 at 11:39 pm