Bombas sobre Siria y sobre Cataluña.

Carlos Palos. Sorprende que después de la catástrofe de Iraq Estados Unidos, Inglaterra y Francia se planteen una intervención en Siria sin esperar si quiera a los resultados del comité de expertos de la Onu y sin analizar las hipótesis de que el supesto ataque químico no fuera responsabilidad de las tropas gubernamentales.

Personalmente no entiendo que si las tropas gubernamentales estaban ganando la guerra incurran en el error de dar un pretexto para la intervención de las superpotencias. Eso querría decir que además de malos son tontos.

Sorprende que, pocos años después de las mentiras americanas sobre el armamento iraquí ahora se exhiban certezas más allá de cualquier comprobación imparcial.

Sorprende que ningún gobierno occidental proteste y tenga que ser la Santa Sede la única voz discordante.

Se dice que existen numerosos informes, proporcionados, algunos de ellos, por voces tan imparciales como el estado de Israel y ciertas Repúblicas totalitarias del Golfo Pérsico.

El Patriarca de Babilonia de los Caldeos Louis Raphael I Sako expresó a la Agencia Fides su alarma ante la posibilidad de un ataque exterior que ya se da por inminente, contra el régimen de Assad. A la cabeza de la comunidad cristiana más importante en Iraq, la intervención occidental en Siria recuerda fatalmente la experiencia de su pueblo: “10 años después de la intervención llamada ‘coalición de los voluntarios’ que derrocó a Saddam”, señala a Fides S . B. Sako “nuestro país sigue siendo golpeado por las bombas, los problemas de seguridad, la inestabilidad de la crisis económica”.

Espartero, general liberal, declaró que Barcelona debía ser bombardeada cada cincuenta años.

Aquí en Cataluña estamos ocupados en la organización de la cadena humana del 11s. Se entiende que la vida, a veces, no dá para más, y que aquí no se mueve nadie a menos que lo decida un líder oportunista como Zapatero, como ocurrió con Iraq.

Yo protesto, me quejo, salgo a la calle para denunciar este silencio cómplice, pues no deseo ser borrego ni cómplice de un país que se vuelve narcisista y acrítico.  Que chilla contra una financiación insuficiente y no chilla contra el abuso de las armas. Que chilla por un futuro esperanzador pero no es capaz de comprometerse a salvar la catástrofe poblacional.Y sueño con manifestarme por una Cataluña de familias estables y fecundas capaces de garantizar prosperidad y  recambio generacional. Por una Cataluña que se abra a los problemas del mundo sin caer en el borreguismo ni en el seguimiento del poderoso.

Lo siento, tal vez esté equivocado, pero no veo espíritu crítico, o si quieren, veo un criticismo desenfocado, falto de ideas frescas, incapaz de crear condiciones para un futuro esperanzador. Y créanme que lo siento  tener que quedarme en casa. Aunque en casa también se está bien, y desde allí podré rezar por mis hermanos catalanes y por estos hermanos sirianos y que Dios nos de un poco de luz y generosidad a todos.

Dijo Espartero que Barcelona debía ser bombardeada cada 50 años. Y Peces Barba, en gracioso, quiso recordar la frase. Ni qué decir lo mal que sentó por aquí al orgullo patrio esa broma. Sobraba. Sobraba porque con la   implosión demográfica catalana debido al desprecio hacia la familia y a la propagación del abortismo no se necesitan bombas para que Barcelona termine desolada.