Cataluña: ¿Respeta Rajoy la ley, o solo cuando le interesa?

Carlos Palos. En la película “Un hombre para la eternidad”, Tomás Moro le pregunta a su yerno William Roper:  “¿Te saltarías la ley para coger al Diablo?”. Y ahí el yerno, vehemente contesta: “¡Por supuesto! ¡Me saltaría todas las leyes de Inglaterra para lograrlo!”. Y Tomás Moro filosofa: “¡Oh! Y cuando hayas destruido la última ley, y el Diablo dé la vuelta y vaya a por ti, ¿dónde te refugiarás, Roper?”.

Mariano Rajoy invoca el respeto a la ley para negar el derecho a una consulta sobre la independencia de Cataluña. Según el discurso de este mandario, el respeto a la ley, sobre todo si son normas constitucionales, sería el único modo de garantizar la convivencia. Pero hay dudas de que él y los últimos gobiernos democráticos en este país hayan demostrado amor a la ley. Más bien ese amor depende de las circunstancias.

Si me conviene y puedo, modifico la ley. Todavía gobernaba Rodríguez Zapatero cuando, en veinticuatro horas, por imperativos de Angela Merkel, los dos principales partidos para modificar la Constitución e incorporar la prohibición de aumentar con el défit públic las cuentas del Estado. Fue sorprendente, increíble, pero se hizo, y aquí no se movió nadie.

En ocasiones no es fácil cambiar la ley y recurro a ignorarla. Así ha ocurrido con la anterior ley sobre la interrumpción voluntaria del embarazo. Como soy abortista, o como no quiero problemas, dejo que los médicos incumplan sistemática la ley, y cuando alguien pleitea, como ocurrió con la denuncia contra el doctor Morín, por practicar todo tipo de abortos sin ninguna garantía legal, ya aparecerá un juez relativista que lo justifique todo y yo, escurriré el bulto y miraré a otra parte.

En ocasiones, los políticos y sus secuaces realizan grandes operaciones al margen de la ley, como es el caso del comercio de armas. Un caso de hipocresía y juego sucio del que nadie debería sentirse ajeno: vendo armas a uno de los bandos o a los dos y además me presento como un garante de la democracia. En fin, un disparate que cuesta muchas vidas.

Podríamos decir que la falta de respeto hacia la ley ha alcanzado en nuestra época su punto álgido, pues los estudiosos del derecho ya no creen en la ley natural, consideran que no se puede hablar de bien y de mal, no existe una moral natural en el individuo, todo depende de la moda y de la cultura o si se quiere del pacto entre los ciudadanos. Estamos en el entorno relativista tan denunciado por Benedicto XVI.

Cuando el legislador, riéndose del sentido común, de la tradición jurídica y sapienciales, establece, por ejemplo, que tan familia es la formada por hombre y mujer como otras formas convivencia, ocasiona un grave daño no sólo al ordenamiento jurídico, sino también al sentido común y a la estabilidad de los pueblos. Y también a él mismo, pues ya no podrá invocar el necesario respeto a la ley.

¿Dónde voy a parar con estas reflexiones? Pues intento decirles que necesitamos amar y defender la ley, como dice Rajoy, pero no sólo una norma constitucional, sino sobre todo la ley natural, el sentido común, recogido en la tradición jurídica. Y que cuando se ningunea esa lógica, ese buen hacer, deja de tener sentido aludir a la ley. ¿Cómo me va a proteger una ley que he despreciado repetidas veces?

Es muy importante que los estados modernos tengan constituciones y que éstas se respeten, pero ese respeto no se conseguirá si cometemos aberraciones legales, judiciales, jurisprudenciales, etc.

¿Puede un pseudoabortista como Rajoy entender la JMJ?

Parece que sí, pues su artículo reproducido por ABC es magnífico. Menos magnífico para quienes sabemos que no parece nada dispuesto a derrogar la ley del aborto y todo lo más cambiar el  aborto Aído por el de González.

Las declaraciones exactas que hizo Rajoy a Radio Nacional de España este lunes se pueden escuchar en este enlace de RTVE.es. En el minuto 18:43 una periodista pregunta a Rajoy qué haría con la Ley del Aborto si el Tribunal Constitucional la aprueba. Rajoy responde: “esperaré a lo que diga el Tribunal Constitucional y escucharé a la gente para tomar una decisión”. Es decir, que no sólo no habla de derogarla, sino que ni siquiera confirma que modificará la ley.

Pero tan lamentable relativismo no le impide escribir en ABC que el próximo fin de semana se producirá en Cuatro Vientos «la mayor concentración humana durante el mayor periodo de tiempo en toda la historia de España«. Ésta es una de las razones que confieren a la JMJ de Madrid una magnitud singular, según Mariano Rajoy.

Sorpresa: el «aborto Rajoy» mata tanto como el «aborto Aído».

Según anuncia el diario El País habrían disminuido el número de abortos en el 2010. Como comenta Hazteoír, el dato estaría filtrado por el diario pro gubernamental para defender la tesis de la bondad de la nueva ley del aborto.

Pero debe señalarse, en primer lugar, que no  existe ningún registro fiable sobre el número de abortos en España, ni sobre los plazos, por la sencilla razón de que quienes son responsables de recoger estos datos en su inmensa mayoría, en el 90%, son las clínicas privadas, y éstas no están sometidas a ningún tipo de control sistemático de carácter administrativo o estadístico sobre los datos que presentan, la forma que los recogen y elaboran. Ahí hay un inmenso agujero negro