El Conseller de Santitat no demuestra amar a Cataluña ni a su diversidad.

Amar Cataluña es amar a los catalanes y su supervivencia demográfica, como afirmó el Conseller de Santitat recientemente, pero es también amar cada una de sus vidas, sus proyectos y aventuras, sus ilusiones, su cultura, o mejor, sus culturas.

Afirmar, como hace el Conseller de Sanitat de la Generalitat, que los abortos en hospitales cristianos catalanes ni le agrada ni le desagrada, que son consecuencia sin más de la aplicación de la ley, supone consagrar que la única cultura es la que se implementa desde el poder.

Gracias a Dios en periodos totalitarios muchos han desobedecido las normativas estatales.

Ahora, señor Conseller, los defensores de la vida no aceptaremos el aborto, y a ello nos mueve nuestro amor a Cataluña, a sus habitantes y nuestra conciencia que ningún poder puede doblegar.

¡Qué poco les cuesta a ustedes reconocer que los abortos en Centros cristianos son una humillación innecesaria a esas instituciones! ¡Qué poco les costaría afirmar, como hizo Montilla cuando recibió al Papa en Barcelona, que la sociedad catalana necesita de las instituciones cristianas y las necesita fieles a su ideario.

Rectifique, señor Conseller sí piensa de verdad que el futuro de Cataluña depende, como usted dijo en frase que le honra, de la natalidad.

Carlos Palos